Darrerament he viscut com enclaustrat. Només m’ha interessat compondre. No veure gairebé ningú. Viure en un altre món, el de la solitud. Estudiar obres de diferents autors. Penetrar-hi. No capficar-me. Cercar la versatilitat. Tenir la ment el més lliure possible, encara que de vegades m’ha estat difícil.
Durant aquests darrers dos anys he escrit més que mai, proporcionalment. No he fet viatges, llevat d’un que vaig fer el mes de novembre passat. La salut ha tingut la seva incidència en l’enclaustrament. Ara, però, estic millor. La recompensa d’aquest aïllament ha estat molta. He escrit més de deu obres per a diferents formacions. He anat a poquíssims concerts. Gairebé no he alternat cap cercle cultural. Per assolir el que volia era imprescindible no tenir agenda ni obligacions. La composició vol introspecció i per tant la tranquil·litat era imprescindible.
El meu espai de Sarrià, el meu estudi, m’ha ajudat de manera definitiva. Veig arbres i muntanyes. Tot és verd. Normalment, m’aixeco a les sis del matí. El sol encara ha de sortir. Ja vindrà. Millor si triga. La claror es fa esperar. Es fosc però alguna cosa es remou a l’espai. A Poc a poc, i escoltant algun ocellet, encara tímid, començo a escriure. Sempre amb llapis, cosa que m’obliga a fer-li punta amb la maquineta metàl·lica. M’agrada i penso en Ravel que sempre deia d’esmolar el llapis abans d’escriure una nota.
Com he dit abans, la recompensa ha estat molta. Sóc patidor de mena però poder expressar el que sents és molt important per a mi. Sóc conscient que ser lliure, al menys en part, té el seu preu. Però he triat la solitud, que és el que en definitiva m’ha donat la pau que necessitava.
Jordi Cervelló, 28 de setembre del 2012
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Recientemente he vivido como enclaustrado. Sólo me ha interesado componer. No ver a casi nadie. Vivir en otro mundo, el de la soledad. Estudiar obras de diferentes autores. Penetrar en ellas. No apesadumbrarme. Ser versátil en la escritura. Tener la mente lo más libre posible, aunque a veces me ha sido difícil.
Durante estos dos últimos años he escrito más que nunca, proporcionalmente. No he viajado, salvo una estancia que hice en Nueva York hace ya meses. También la salud ha tenido su incidencia en el enclaustramiento, aunque ahora me encuentro mejor. La recompensa de este aislamiento ha sido mucha. He escrito más de diez obras para diferentes formaciones. He asistido a poquísimos conciertos. No he frecuentado prácticamente ningún centro cultural. Para lograr lo que quería era imprescindible dejar al margen la agenda y tener un mínimo de obligaciones. Componer requiere introspección y por lo tanto la tranquilidad era imprescindible.
En mi espacio de Sarrià, donde vivo, poseo mi estudio. Un lugar perfecto para la concentración. Observo árboles y montañas. Todo es verde. Normalmente me levanto a las 6 de la mañana. El sol todavía tardará en aparecer. Ya vendrá. Mejor si tarda. La luz se hace esperar. Está oscuro pero hay algo que se remueve en el espacio. Poco a poco, voy escuchando algún pajarito, todavía tímido. Empiezo a escribir. Siempre con lápiz, lo que me obliga hacerle punta con el sacapuntas metálico. Tengo varios. Se me extravían. Me gusta hacer punta para en esos pocos segundos ir pensando. Casi siempre aparece la figura de Ravel que también escribía a lápiz. Siempre decía que se debía afilar bien su punta antes de escribir una nota.
Como he dicho antes, la recompensa ha sido mucha durante todo este tiempo. Soy sufridor por naturaleza y poder expresar lo que siento o me preocupa ha sido muy importante para mi. Soy consciente de que ser libre, al menos en parte, tiene su precio. Me he decidido por la soledad ya que en definitiva es un elemento clave. Ella me ha dado la paz que necesitaba.
Jordi Cervelló, 28 de Septiembre de 2012