Escribo en castellano para no ofender a nuestro “amigo” Felipe González, que acaba de escribir un artículo sobre los “catalanes” publicado en El Pais. Evidentemente el señor González no sabe lo que dice ni lo que piensa. ¿A quién se le ocurre tan descomunal mentira comparando la Alemania nazi con la actual Catalunya? Con ello usted ha criminalizado gran parte de la población catalana, lo que le obligaría a pedir perdón y nunca más repetir semejante disparate.
Usted merecería ser imputado como lo han sido otros personajes en Europa que han utilizado el holocausto de manera improcedente. Debe saber lo que ocurrió en la Alemania nazi, tragedia que hasta los niños conocen. Su paralelismo con Catalunya es de necio, de absoluta mala fe. Catalunya siempre ha sido pacífica y en cambio usted nos odia. Las manifestaciones que se han llevado a cabo han sido siempre pacíficas. ¿A qué viene la insólita, falsa e insultante comparación? Señor González, sólo chilla y se enerva cuando alguien no piensa como usted. ¿No cree que debería sentir vergüenza por su pasado como Presidente que permitió la corrupción en su partido? ¿Se acuerda de los GAL y su terrorismo de estado, siendo usted jefe del gobierno? Y que evitó la cárcel solo Dios sabe como? Y encima, vive usted con una pensión millonaria que pagamos entre todos los españoles.
Intentaré lo más breve posible resumir la doctrina del nazismo con los principales rasgos que lo caracterizaron. Es importante recordar que Hitler no estaba solo con su diabólica idea. El gran capital y la gran industria estaban a su lado colaborando con toda eficacia. El nazismo era odio y violencia, un horror en masa planificado con extrema frialdad. Desprecio al hombre no ario y de manera especial a los judíos. Los campos de concentración hitlerianos estaban repletos se seres humanos (hombres, mujeres y niños) procedentes de toda Europa, así como de Alemania. Se daba muerte de varias maneras. Una de ellas fue lanzar prisioneros al vació a lo alto de una montaña. Otra era desnudar a hombres y hacerlos caminar por la nieve para luego sacrificarlos por uno de los “Kommandos de la muerte”.
En la cámara de gas, hombres, mujeres y niños se introducían, engañados, en un espacio repleto de grifos en los que en lugar de agua salía gas. Un gas venenoso, que acababa con la vida del ser humano en pocos minutos. Los gaseados se abrazaban entre ellos pidiendo piedad. Se inculcaba energía a los verdugos y un fanatismo sin límites para degradar y asesinar si piedad a los vecinos por no haberse sometido a la “verdad” de los vencedores. La ley de los campos obedecía a una idea fundamental: envilecimiento del hombre, su degradación física provocada por el agotamiento de trabajos forzados en condiciones atroces. La Gestapo, transfería centenares de criminales, especialmente asesinos salidos de las prisiones del Tercer Reich, que mataban con un ardor feroz. Torturadores oficiales, siempre al servicio de las SS. Otra manera de aniquilar a los prisioneros era con la participación de médicos nazis, que realizaban experimentos mortales con hombres y mujeres. Se hicieron todo tipo de aberraciones con los cuerpos, después de un sufrimiento terrible.
Bien, señor González, podría seguir y seguir contándole qué fue el nazismo que, según usted, en Catalunya se está produciendo algo parecido. ¿Tiene palabras para demostrar lo que señaló en su artículo?
Jordi Cervelló