En el año 1900, León Tolstói escribió un libro titulado Contra aquellos que nos gobiernan. Se trata de un libro conocido y que sólo una mente lúcida y anticipativa podía ofrecer. Tolstói nos habla de los vínculos estructurales de la forma esclavista del pasado y la servidumbre difusa del capitalismo contemporáneo y futuro. Se anticipa al proponer fórmulas vinculadas al decrecimiento y la economía sostenible como modelo de resistencia no violenta. Abogaba por el retorno a la naturaleza, la simplicidad, la salud, la libertad y la dignidad moral.
Leyéndolo de nuevo he sentido la necesidad de reproducir alguno de sus conceptos dirigidos a la clase política y financiera, a la que acusa de expolios y de constante explotación que lleva a la desigualdad. Tolstói se remonta a situaciones económicas de la Inglaterra del siglo XVIII, como también de Bélgica, Francia, Alemania y naturalmente Rusia.
Leo, por ejemplo: “(…) por la fuerza de las leyes que rigen la evolución económica, algunos individuos han de amontonar capitales mientras otros trabajan toda su vida para aumentar sus fortunas (…)”.
Otra verdad: “(…) en ningún país los impuestos se han creado con el consentimiento general de sus habitantes. Han sido creados por conquistadores o usurpadores que solo pensaban en sus intereses y no en el bienestar de la sociedad”.
Los mandatarios dicen: “Si atentáis contra el orden establecido de las cosas provocaréis los desastres más grandes”. ¿Son los hombres racionales? Se pregunta. “Si lo son, sus relaciones tienen que estar fundamentadas sobre la razón y no sobre la violéncia de aquellos que ocupan lugares de poder”.
El libro, de unas 120 páginas, está lleno de reflexiones que, a pesar de haber transcurrido más de cien años, siguen absolutamente vigentes. Desgraciadamente, el mundo está dirigido por la clase poderosa cada vez más restringuida sometiendo a gran parte de los humanos en un verdadero infierno. La desigualdad en el día de hoy es un escándalo y con pocas previsiones de cambio. Una última reflexión: “Los gobiernos protegen y recompensan a los hombres en proporcion a la parte que toman en la organización de la mentira: el emperador, el rey o el presidente es el que gasta más dinero. Y este dinero proviene de las rentas que producen los impuestos pagados por sus súbditos”.
La relectura de este libro me ha provocado una gran tristeza al comprobar que lejos de un mundo mejor estamos ante un mundo muchísimo peor. El ejemplo de España es flagrante. La mentira constante en el ámbito político con unos dirigentes que se muestran impertérritos ante un pueblo que ya ha dejado de tener voz propia. El Parlamento se ha convertido en un atajo de gandules que solo piensan en que su escaño sea de por vida.

Foto de dgt.es
Estamos cada vez más lejos de una democracia parlamentaria con un gobierno ya cercano a la ideología franquista. El momento actual me es familiar. El engaño al pueblo con manipulaciones constantes, un pueblo que sufre graves consecuencias y al que se priva de sus derechos fundamentales. Mientras, dirigentes corruptos toman decisiones que impiden el acceso a un pasado delictivo de sus “amigos”, hoy miembros del parlamento.
La mayoría absoluta del Partido Popular con sus decisiones irrevocables es una de las grandes causas del retroceso democrático que nos ha llevado a acatar decisiones que mucho me recuerdan la época de nuestro glorioso caudillo. El engaño constante y un centralismo cada vez más férreo y menos sensible al estado de las autonomías ha llevado a un flujo constante de independentistas en Catalunya. Y más aún, el gobierno del PP ha demonizado a los catalanes por toda España a través de los medios de difusión logrando sus objetivos.
El problema político ha hecho mella en los españoles pero debo decir que por suerte y en el ámbito de la música al cual pertenezco prácticamente no existe ningún recelo hacia si uno es catalán. La culpa es básicamente política, unos políticos que han utilizado Catalunya como la gallina de los huevos de oro. El actual ambiente me produce náuseas.
Jordi Cervelló