El teatro

También el teatro privado pasó a mejor manos tras el levantamiento del monopolio estatal de 1882. Dos mujeres actrices fundaron sendos teatros: Maria Abramova funda su propio teatro con la ayuda de varios mecenas estrenando El demonio de madera (1889) de Chejov y en la primera década de 1900, otra célebre actriz Vera Komissarzhevskaya sería la dueña de un teatro privado en San Petersburgo. Sin embargo el más importante de todos sería el Teatro de las Artes de Moscú fundado por Vladinir Nemirovich-Danchenko y Konstantin Stanivlaski en el año 1898. En este teatro se estrenaron las últimas grandes obras de Chejov. En su inauguración se presentaron dos grandes obras: El zar Fiódor de Tolstoi y La gaviota de Chejov escrita dos años antes.

Stanislawsky nació en Moscú el año 1863 y murió en 1938 en el seno de una familia de comerciantes. Su abuela materna era la actriz francesa Marie Varley que se convirtió en una estrella en el Teatro de San Petersburgo. Stanislawsky de joven participó en las producciones de aficionados del grupo de Mamontov. Mientras en la música, el vestuario y los decorados el nivel era profesional, no así por lo que a los actores se refiere. Entonces, Stanislawsky tomó una decisión fuera de lo normal. Dedicarse a prepararse como actor Para ello se le ocurrió ponerse delante de un espejo donde pasaba horas y horas mientras iba haciendo todo tipo de gestos con la cabeza, las manos, los brazos y toda una variedad de expresiones y muecas con la obsesión de obtener el máximo naturalismo. Fueron varios años de lucha que se convirtieron en un conocido tratado conocido como El Teatro del método. Y este consistía en “actuar sin actuar” que se adecuaba perfectamente con el teatro de Chejov. Posteriormente el método todavía abarcó más con una serie de técnicas que ayudaban al actor a transmitir pensamientos y emociones interiorizadas, técnicas basadas en recordar intensas experiencias de la vida del propio actor.

Hubo un joven y original mecenas llamado Nikolai Riabushinski  que se hizo famoso por sus extravagancias. Entre los años 1908 y 1910 promocionó artistas de vanguardia a través de una publicación titulada El vellocino de oro además de exposiciones.

De este nuevo movimiento surgió una asociación que se llamaba La Rosa Azul que aglutinaba un buen número de pintores simbolistas de Moscú junto con escritores y con la figura del que fue extraordinario compositor Alexander Scriabin (1872-1915).  Su objetivo era lograr “una síntesis entre pintura, poesía, música y religión y la filosofía”. Riabushinski fue también el fundador de famosas exposiciones bajo el título La Jota de Diamantes entre 1910 y 1914. Entre los pintores se hallaban – todavía jóvenes – nombres como el de Kandinsky, Malevich, Goncharova, Larionov,  Rodchenko o Tatlin-. A ellos les gustaba provocar y un ejemplo fue que decoraban sus propios cuerpos desnudos mientras se paseaban como obras de arte por las calles de Moscú. Era una guerra contra la tradición realista. Volviendo al compositor Scriabin es necesario subrayar que fue un compositor único. Un experimentador nato. Fue inventor de nuevas armonías y amante de la filosofía oriental. Pau Casals lo conoció en el año 1914 y quedó admirado por su arte pleno de invención y de una sensibilidad muy especial. Dijo que Scriabin sentía la música con colores cambiantes así como sensaciones de gusto y olor. Sus primeras obras datan de la década de los 90 que publicó el editor Belayev que se convirtió además en su mecenas. Escribió sonatas para piano y preludios hoy en repertorio de todos los pianistas. Scriabin es muy conocido por su maravilloso Poema del éxtasis para orquesta que se estrenó en Nueva York el año 1908 y que hoy es obra habitual del repertorio sinfónico. Su amistad con el director Serge Koussevitzky fue providencial.

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Alexander Scriabin