Siguiendo el orden de nacimiento, después de D’Albert el más sobresaliente es Ferruccio Busoni, nacido dos años después. Busoni fue una personalidad excepcional, con una vida completa y compleja. A él le debo dedicar un espacio que será uno de los más amplios, y que dividiré en dos capítulos, dada su trayectoria repleta de los más variados episodios.
Es sabido que el checo Ignaz Moscheles fue uno de los primeros en fundar el “concierto-espectáculo”. Moscheles era unos 15 años mayor que Liszt y nació en 1794. Luego, con Liszt, el recital de piano ya era mucho más frecuente. Con la llegada de Ferruccio Busoni el pianismo adquirió nuevos impulsos. Y de fatalidad puede calificarse su desaparición, con tan solo 58 años, y en un momento en el que su creatividad no cesaba. Nació en la localidad italiana de Empoli el año 1866 y era hijo de padre italiano y madre alemana. El padre era clarinetista y la madre, Anna Weis, una buena pianista. Y ella fue la que se ocuparía de los primeros pasos del pequeño, introduciéndolo ya en algunos Preludios de Bach. Su padre no dudó en inscribirlo en el Conservatorio de Viena, entonces el más importante de Europa. Allí tiene la ocasión de conocer a Brahms y Hellmesberger. Su profesor Wilhlhem Mayer-Remy se da cuenta del talento de Ferruccio y lo estimula para realizar un curso de composición. Con Meyer ya trabajó y asimiló 48 Preludios y Fugas de Bach, que recibió casi inconscientemente, así como un buen número de piezas de Mozart. Ambos compositores, además de Chopin y la figura de Liszt, fueron la columna vertebral de su pasión hacia la música.
En 1883 inicia la segunda fase de su vida y se traslada en Leipzig. Allí se relaciona con la editorial de partituras Breitkopf & Härtel, con la que tuvo una larga y prolongada relación. Busoni se interesará por todo. Es uno de los artistas más completos de toda la historia. Era un lector constante de literatura, sobre las ciencias, las lenguas y naturalmente su piano, la dirección de orquesta, la composición y sus alumnos.
1890 fue un año memorable. Tenía 24 años y ganaba el Concurso Rubinstein en San Petersburgo, con su obra Konzertstück, para piano y orquesta, interpretada por él mismo. En 1893 viaja a los Estados Unidos, donde toca en ocho ciudades distintas, y en 1894 regresa a Berlín. Entre 1900 y 1911 escribió su primera ópera: Die Brautwahl, el concierto para piano y orquesta y otro para violín. Otra estada en Estados Unidos, para luego asumir la dirección del Liceo Musicale Rossini de Bolonia, que reformó consiguiendo equipararlo al nivel de los centros alemanes. Un último contrato en los Estados Unidos, que sería la quinta vez. Toca en enero de 1915. A su regreso a Europa, y debido a la guerra, se instala en Zurich, donde encontró un clima tranquilo y afectuoso. Pero en 1920 vuelve a su ciudad, para dedicarse nuevamente a la enseñanza, que realiza en su domicilio. Entre sus discípulos cuenta con Kurt Weill, Philip Jarmach y Vladimir Vogel. Pero su salud se quebranta. Problemas de riñón y algunos ataques cardíacos le provocan momentos depresivos. Pero en Berlín, Busoni tocaba frecuentemente y fue en aquellos años cuando dedicó gran parte de su tiempo con las transcripciones de Bach y de Liszt. Busoni organizaba entonces la “clase Busoni”, que fue un revulsivo para los pianistas. De 1901 a 1911, se convirtió en un concertista de fama mundial, además de ser considerado un “pianista problemático”. De 1902 a 1909, dirigió además la Filarmónica de Berlín, con la que realizó muchos estrenos de autores del momento.
Es importante subrayar que Busoni al piano fue un caso único. Era sólo él, diferente de todos los demás. Su concepto de la interpretación era reflejo de su mente inquieta, y provocaba estupefacción. Se decía incluso que escucharle equivalía a una “aventura peligrosa”. Su Chopin era a veces extraño y nada convencional. Lo tocaba con firmeza, claridad y un fraseo libre y con matices inesperados. Despertaba admiración o rechazo. Pero su personalidad siempre estaba presente.