Este gran compositor, que se inició en la gran tradición polifónica del Renacimiento, tenía solo 16 años cuando en Brescia fueron publicados sus madrigales espirituales a
cuatro voces. Era joven cuando ya se posicionó y tomó una línea que no abandonaría. La de innovar. El valor de la disonancia fue cuestionado por Monteverdi: retardos, novenas de séptima, mezclas y trenzados armónicos…, como también el tratamiento de las voces, en la que en muchos casos una voz central se impone a las otras. Fue, además, un gran pedagogo. Monteverdi tuvo mucho que ver con la selección de los instrumentos más adecuados para nutrir la orquesta. Era además un excelente violinista y también cantante.

Claudio Monteverdi
Claudio Monteverdi nació en Cremona en el año 1567 y murió en 1643. Tuvo estrecho contacto con el signor Vincenzo Gonzaga, que era el duque de Mantua, con quien mantendría una relación importantisima. El duque se interesó vivamente
por el melodrama, ya desde 1603, y comenzó a organizar para su corte representaciones, como la histórica del melodrama de Orfeo, que se representó por primera vez en Mantua en el año 1607. El éxito de L’Orfeo fue grande e inmediatamente el duque encargaría a Monteverdi otro melodrama para festejar, al año siguiente, el matrimonio del heredero Francesco Gonzaga, con motivo de su enlace con Margherita de Savoia. El Duque moriría en 1612 y el mismo año también murió su hijo Francesco.
Monteverdi se alejará de Mantua, hasta que es nombrado maestro de música de la Serenísima República de Venecia. Allí se encuentra en un ambiente alejado de un público intelectual y aristocrático, ya que las representaciones musico-teatrales se realizaban en teatros públicos donde acudía todo el pueblo. Teatros como el de San Cassiano, abierto desde 1637. También el Teatro de San Giovanni e Paolo, inaugurado en 1639. Más adelante vendrían el de San Mosè i el Teatro Sant’ Angelo. Este último tendría una gran importancia para Antonio Vivaldi. Comienza así una nueva era para el teatro musical, que tendrá una singular expresión en la vida italiana del siglo XVII. Se deja el esplendoroso siglo de la polifonia religiosa a capella, para convertirse en el siglo de la música operística y de la música instrumental.
El enorme mérito de Claudio Monteverdi fue el de adaptar la orquesta al contenido expresivo y dramático de sus melodramas. El sonido para Monteverdi era el alma, al contrario de lo que para otros era materia. Y fue en Venecia donde comenzó a depurar el instrumental que formaría la orquesta. Ante todo quería carácter y dinamismo en la interpretación. Extraer el dramatismo musical contenido en la escritura e interpretar la música como viva expresión. Que el contraste entre “piano” y “forte” fuera mucho más acusado. Este hecho provocó conocidas discrepancias sobre algunos instrumentos, pero trajo consecuencias positivas, ya que varios de ellos fueron modificados para obtener el equilibrio global necesario. Monteverdi suprime los instrumentos considerados de innecesarios y opta por una formación unificada y que sirva de colorido y veracidad en los contrastes. La orquesta estaba formada por unos 40 ejecutantes. Era algo nuevo y comenzaba un nuevo camino. En lo que se refiere a su obra compositiva Monteverdi creó nuevos recursos técnicos. Por ejemplo, en la armonia, introdujo la disonancia sin preparación. Tratará a los instrumentos de forma más atrevida, en cuanto a la expresión así como en la utilización de cromatismos y apoyaturas. Introducirá el pizzicato en las cuerdas, de manera especial en los violines, además de golpes de arco insólitos, como el trémolo que imaginó como un efecto de agitación y ansia, o también cuando indicó a los violines tenpellare sopra una corda sedici volte in una battuta (agitar encima de una cuerda dieciséis veces con el arco en un compàs).
La actividad teatral de Monteverdi en su hermoso período veneciano se inicia con Il combatimento di Tancredi e Clorinda (1624) que pertenece al Libro VIII de madrigales titulado Madrigali guerrieri ed amorosi in genere rappresentativo y dos óperas, Il ritorno di Ulisse in patria (1641) y L’incoronazione di Poppea (1642), donde se anuncia el bel canto y que puede ser considerado como el primer drama lírico de la historia de la música.
Su discípulo Francesco Cavalli (1599-1676) fue su fiel continuador, ejerciendo una gran actividad en los teatros venecianos con melodramas de gran calidad: (Didone, de 1641; Egisto, de 1643 o Giasone, de 1649. Tanto Monteverdi como Cavalli ejercieron una gran influencia en el violinismo del barroco. Nos preguntamos que hubiera sucedido sin una personalidad tan poderosa como la de Monteverdi, que vivió el período renacentista y parte del primer barroco, cuando precisamente afloraron los maravillosos violines que se iban produciendo en Brescia y Cremona. Es logico pensar que su inquietud desbordante dio alas a la literatura violinística del siglo XVII y que inició su andadura en la famosa Scuola Bolognese, de donde saliera Arcangelo Corelli, primer gran representante de la nueva época.

Venecia hacia 1650