Los 24 Capricci de violín

Cervello Capricci

Jordi Cervelló culmina su colección de 24 Capricci para violín solo con el último de la serie, Milstein caprice, compuesto en primavera de 2019. Se cierra así un ciclo que Cervelló comenzó en 1998 y que ha dado como fruto una magna obra de un altísimo valor pedagógico y musical.

El trabajo se concibió como un paso útil para afrontar la obra homónima e incomparable de Paganini, proporcionar con ellos una base sólida para acercarse a los intrincados caprichos del maestro genovés. Aun así, a la larga, los 24 Capricci de Cervelló se han mostrado como algo más que una simple obra de eslabón. Más allá de facilitar recursos violinísticos, esta colección debe entenderse como una obra de repertorio solístico con peso propio. Cada uno de sus caprichos tiene el sello personal del compositor y su validez como obra de concierto ha sido demostrada por la excelente interpretación de varios solistas de renombre.

El proceso ha sido largo: el compositor se inició con los 4 caprichos (Primeros cuatro caprichos: nº 1, nº 2, nº 3 y nº 4) a finales de la década de los noventa del siglo pasado y que marcarían la pauta a seguir con todo el conjunto, ya que, desde siempre, el número 24 ha sido la meta principal.

En 2013, tras un descanso en el que el compositor se dedicó a la escritura de obras sinfónicas, concertantes y camerísticas, Cervelló reprendió el trabajo de este género gracias a un estímulo externo. A sus manos llegaron obras para violín procedentes de Polonia y que la violinista Kalina Macuta le había proporcionado: se trataba de la música de la compositora polaca Grazyna Bacevich (también violinista y discípula de Karl Flesch), y del eminente violinista Karol Lipinski. El descubrimiento de dichas obras tuvo un efecto instantáneo en Cervelló, especialmente de la primera. Al encontrar similitudes tan evidentes entre el aspecto violinístico de sus propias obras con las de Bacevich, el compositor emprendió con entusiasmo y celeridad la creación de sus Capricci nº 5 y nº 6, que llevan precisamente el nombre de A Grazyna. Este trabajo estimulante se completó con los tres capricci (nº 7, nº 8 y nº 9) inspirados en los estudios de Lipinski. Fue el momento de cerrar un segundo bloque, que tomó por título 2+3, cinco capricci de concierto.

En verano de 2014, Cervelló aceleró el proceso de creación de sus caprichos con la escritura de sus 9 Profili umani. Se hallaba en el pueblo de Les Escaules (Alt Empordà, Girona), lugar donde encontró el tiempo y energía necesarios para recuperar un antiguo proyecto que retomó con intensidad. Al compositor, ya desde joven, le gustaba improvisar: tocar delante de amigos una «falsa» Sonata de Bartok o una obra de Ysaye, emitir con el violín el llanto de un niño, simular una llamada por teléfono o la sirena de un coche de bomberos, reproducir el canto de los pájaros… De la misma forma, llevaba tiempo planteándose representar algunos rasgos característicos de la personalidad de los seres humanos, como la ironía, la burla, la obstinación o la ensoñación. Fruto de este trabajo enormemente gratificante, ya que cada pieza lo obligaba a buscar una técnica distinta y sobre todo espontánea, nacieron estas obras que emulaban a varios perfiles humanos: L’ostinato [El obstinado] (nº 10), Il beffardo [El burlón] (nº 11), Il timido [El tímido] (nº 12), L’isterico [El histérico] (nº 13), L’innamorato [El enamorado] (nº 14), L’euforico [El eufórico] (nº 15), Il sonnambulo [El sonámbulo] (nº 16), L’ironico [El irónico] (nº 17) y L’appassionato [El apasionado] (nº 18).

Due capricci-studio aparecerían en 2016 titulados La leggerezza (nº 19) e Il glissando (nº 20) y caracterizados por un tono de broma constante. Abrían de esta forma la puerta a la composición de sus últimos cuatro caprichos: La risata (nº 21), que es una parodia al Capricho nº 13 de Paganini; Giocando (nº 22), obra divertida en el que aparece el canto de un pajarito de improviso; Riflessione (nº 23) y Milstein Caprice (nº 24), últimos dos caprichos, quizás los preferidos por el compositor.

Con Milstein Caprice, decíamos al principio, se cierra un ciclo empezado hace más de veinte años. Es un homenaje al gran violinista Nathan Milstein, venerado por Cervelló desde su infancia; una obra transparente que se viste de refinamiento y elegancia para dejar que la nostalgia se apodere de ella hasta sus últimas notas. Es el broche final a un trabajo de más de dos décadas, un legado inconmensurable al repertorio del violín contemporáneo.

Jordi Flaquer

*Este escrito acompaña la edición conjunta que la Editorial Boileau hará de tota la serie y que saldrá a la venta próximamente.

Lili Boulanger: Grabaciones

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Lili Boulanger tiene excelentes registros discográficos y su obra la han grabado un buen número de sellos discográficos, algunos de muy importantes y otros quizá no tanto, pero con ediciones muy cuidadas y de alto nivel. La producción de Lili se acostumbra a dividir en tres bloques: la música instrumental, la música coral y la música vocal. En total son unas 40 obras.

Empiezo por dos composiciones instrumentales escritas hacia el final de su vida: D’un matin du printemps para violín y piano y D’un soir triste, para orquesta. Se trata de un díptico, a modo de despedida, compuesto al mismo tiempo. Intencionadamente la primera pieza refleja la alegría de la primavera, mientras que la otra refleja el doloroso, resignado e inmediato final. Fueron escritas entre la primavera de 1917 y enero de 1918. Fue entonces cuando realizón también la versión para orquesta. Lili moriría en marzo de ese mismo año. Éste es un testamento importantísimo ya que, consciente de que iba a morir de un momento a otro, tuvo sin embargo la necesidad de contraponer la intensa alegría con la enorme tristeza. Dos obras que son inseparables y sobre todo muy significativas en cuanto a su pensamiento. Dos versiones de referencia son las que realizan, por un lado, el violinista Yehudi Menuhin y el pianista Cliford Curzon para D’un matin du printemps, que contrasta con su cara más triste y que relata con sutil amargura su inminente desaparición en D’un soir triste, interpretada por la BBC Philarmonic, dirigida por Yan Pascal Tortelier.


Les Sirènes fue escrita en 1911 y es un buen ejemplo de la música coral de Lili Boulanger. Se trata de una pieza pensada para soprano solista, coro mixto y piano. Es una composición que recuerda otras Sirènes, las de Debussy, por sus progressiones armónicas y el ambiente etéreo que consigue el bellísimo poema de Charles Grandmougin, una especie de lejano ritual. Vale la pena destacar también su maravillosa cantata Faust et Eléne, con la que consiguió el Premio de Roma. Una obra con un final de increíble belleza.

De gran calado son también sus Tres Salmos (24, 129 y 130), y su preciosa Antigua Oración Budista. Estas cuatro últimas obras las podemos considerar una rareza milagrosa, donde Lili Boulanger consigue perpetrar en un mundo totalmente suyo. Es música de una intensidad potente, que muestra un mundo donde lo emocional y lo espiritual se juntan, utilizando una escritura perfecta. Un verdadero milagro de una compositora de apenas 24 años.

El Salmo 130 ‘Du fond de l’abisme’, para tenor, contralto, coro y orquesta, produce una impresión inesperada para aquellos que no conocen su música. Lili Boulanger logra aquí relatar su drama con milagrosa sobriedad.

De todas estas piezas el sello discográfico Chandos tiene magníficas grabaciones, a cargo de Pascal Tortelier, dirigiendo el Coro y la Orquesta Sinfónica de la BBC.

Rebecca Clarke (1886–1979)

Fue una importante compositora y violista inglesa nacida en Garrow. Su padre era norteamericano, mientras que su madre era alemana. Su caso es casi inverosímil, ya que el conocimiento que de ella se tiene es todavía muy pobre. Había crecido en las restricciones victorianas y tenía que adaptarse a una ideologia rígida y poco agradable para la mujer. Había formado cuarteto, junto con las hermanas Adila y Jelly D’Aranyi, y la violonchelista Guillermina Suggia, quien tuvo una estrecha relación con Pau Casals. Fue, además, una de las primeras compositoras inglesas y también en tocar profesionalmente en una orquesta como violista. Era discípula del famoso violista británico Lionel Tertis. Estudió en el Royal College of Music, entre 1907 y 1910, año en que compondría un arreglo de poesía china Tears, en colaboración con un conjunto infantil formado por ella misma. También actuó bajo la dirección de Ralph Vaughan
Williams.

Fue en 1912 cuando, a los 26 años, fue elegida por Sir Henry J. Wood para formar parte de la Queen’s Hall Orchestra de Londres. En 1916 marcharía a los Estados Unidos, para seguir su carrera artística y reunirse con sus hermanos. El mal ambiente familiar, debido a una relación extraconyugal, fue la causa de su partida. De esos años es una obra breve para viola titulada Morpheus, que firmó con pseudónimo masculino. Fue estrenada en Nueva York en el 1918 por el violonchelista May Muklé y la pieza fue alabada por la
crítica con el nombre masculino de su autora. Un año más tarde, en 1919, otra obra suya, una Sonata para viola, causaría una enorme impresión, al entrar en competición en el concurso patrocinado por el Coolidge Festival. El jurado, sin embargo, obró de manera confusa y poco clara, otorgando el premio finalmente al compositor Ernst Bloch. De todas formas la obra de Clarke se publicó en 1921 y hoy es una de gran importancia.

Rebecca Clarke escribió también diversas piezas para su marido, el barítono británico John Goss, como June Twilight, The Seal Man y Tiger, Tiger, escrita en 1940 como un despido de la relación entre ambos. Tiempo después de reencontraría con el compositor y pianistaJames Friskin, miembro de la Juilliard School y antiguo amigo suyo del Royal College. De esa relación surgió un nuevo matrimonio. Una relación que trajo a Rebecca una vida sosegada, aunque dejaría de componer y de actuar como instrumentista.

De sus grabaciones, destacaría los muchos registros que se han hecho de su famosa Sonata par a viola y piano, una obra perfecta. Recordemos que Clarke fue discípula predilecta del famoso solista británico Lionel Tertis. También vale la pena recomendar la Sonata 1919 y Midsummer Moon, ambas piezas para viola y piano.



Dora Pejačević (1885-1923)

Dora Pejačević era una noble, hija de un banquero croata Teodor Pejačević y de la condesa Lilla Vay d’Vaja, una buena pianista. Dora nació en Budapest el 10 de septiembre de 1885 y moriría en el año 1923, con tan solo 37 años, durante el parto de su hijo Theo. A pesar de su corta vida destacó y mucho, llegando a ser la compositora croata más importante.

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Dora se inició con su madre en el mundo de la música, a través de sus clases de piano. Luego siguió estudiando privadamente en Zagreb, Dresden y Munich. En esta última ciudad también estudió violín, con Henri Petri. En 1921 se casó con Ottomar von Lumbe.

Su nombre ha quedado, como el de tantas compositoras, marginado en el ámbito internacional, a pesar de tener en su catalogo obras de gran calado. En el año 1993 se realizó un film sobre su vida titulado La condesa Dora, dirigido por Zvonimir Berkovic y protagonizado por Alma Prica y Rade Serbedzija. Años más tarde se editó una monografia bilingüe (en inglés y croata), a cargo del Centro Croata de Información Musical, en el que se incluyen tres importantes partituras suyas: el Concierto para piano op. 33, la Simfonía op. 41, que dedicó a su madre, y la Fantasia Concertante op. 48.

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Su obra de cámara es importante y conocida en el centro de Europa. Destacan sus dos sonatas para violín y piano, dos cuartetos de cuerda, dos tríos para violín, violonchelo y piano, además de obras sueltas para varios instrumentos. Para piano solo compuso al menos una decena de partituras, como Berceuse (1897) o Sechs Phantasiestücke (1903).

Finamente, es importante señalar que nuestro violinista Joan Manén, tan conocido en la Europa musical, admiraba mucho la obra de Dora Pejačević, a quien conocía personalmente.




Homenaje a Jorge Wagensberg

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El próximo sábado 1 de Diciembre se celebrará en el Cosmocaixa, un homenaje a Jorge Wagensberg, el que fuera creador del centro, antes Museo de la Ciencia de Barcelona. Todo el día habrá actos para homenajear al científico y pensador, cuya preocupación fue siempre explicar la ciencia de manera inteligible y amena.

Jorge Wagensberg fue un personaje único. Éramos amigos desde finales de la década de los años sesenta. Nos unía el amor por la música, los violinistas y sobretodo el repertorio para violín, en especial la obra de Bach. Para él, la famosa Chacona de la Partita para violín en re menor era una obra única, un ejemplo inigualable de la técnica de la variación, con un contenido que él atribuía a una clara base científica. Una joven violinista, María Dueñas, española residente en Viena y que en su haber ya cuenta con importantes galardones internacionales, ha sido invitada para interpretar varios de los movimientos de la pieza de Bach en el Auditorio de CosmoCaixa. Sin duda, es el mejor homenaje que se le podía rendir a Jorge: oír a Bach en vivo, a través de una intérprete extraordinaria.

También se escucharán dos movimientos de mi obra Formes per a una exposició, partitura realizada junto a Jorge Wagensberg en el año 2000. La obra fue un encargo del entonces Museo de la Ciencia, que más tarde se grabaría en CD, en San Petersburgo, con una orquesta de cámara de dicha ciudad. Debo decir que siempre recordaré las tardes inacabables de cuando Jorge aparecía en mi casa para trabajar en la partitura de esta obra. Se trataba de poner música a las ocho formas más frecuentes de la naturaleza, según Wagensberg. Fueron meses inolvidables, que representaron para mí un enorme estímulo. Eran ocho formas con ocho movimientos, de características absolutamente diversas, lo que repercutió en aumentar considerablemente mi paleta de compositor. ¡Gracias, amigo!

Jordi Cervelló

* Información sobre la Jornada de Homenaje a Jorge Wagensberg: http://www.accc.cat/index/wagensberg_jornada?sz=1600,900,1600,764

* Formulario de inscripción: https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSdruPwwPvEsYptBQ_lKq8U7-Djh2uZ-2zWT9TbcmuyHzUMPmw/viewform

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Museo del vodka de San Petersburgo

Antiguamente el consumo de alcohol en Rusia era privilegio de la élite. Y fue a finales del siglo XV cuando se comenzó a producir en dicho país. Su origen nace del moment en que se descubre que el alcohol se podía extraer del centeno y del trigo, comenzando así a producir lo que se llamaba “el vino de pan”. Su producción era barata y fue Ivan El Terrible quien proclamó la fabricación de lo que sería el vodka ruso. Más tarde Pedro El Grande dio un paso muy importante al establecer la obligatoriedad de consumir vodka en el ejército y la armada. El frío y la escasez de víveres podía ser compensada con el consumo de vodka. Incluso llegó a ser gratuíto. El vodka se convierte, así, en un una bebida básica y una de las principales fuentes de ingresos del estado zarista. Sin embargo, la abolición de la servidumbre hizo que el precio de las bebidas alcohólicas cayese en picado. A finales del siglo XIX y principios del XX la industrialización estaba en auge, y los barrios y tabernas adyacentes a las fábricas se llenaron de alcohol. Pero el vodka se fabricaba sin criterio y sin una fórmula precisa. Fue gracias al químico Dmitri Ivanovich Mendeléyev (1834-1907), científico docente en la Universidad de San Petersburgo, quien, a través de largos experimentos, logró la fórmula ideal en 1893, la misma que se sigue aplicando a día de hoy. Era la fórmula “oficial”.

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Dmitri Ivanovich Mendeléyev

Luego con la Revolución de Octubre y la Primera Guerra Mundial el pueblo ruso sufrió un revés total y la población solo se preocupó de los productos de primera necesidad. Pasados los malos tiempos, en 1925 el Estado Soviético se reservó  el monopolio de la producción de alcohol y los bolcheviques vieron que el vodka era una buena fuente de ingresos. Pero los constantes conflictos internos de Rusia con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial, hizo que a partir de la década de 1930 el consumo de vodka se redujera de manera drástica. Sin embargo, después de la gran guerra y el crecimiento del  nivel de vida que permitía mayor capacidad para adquirir bebidas alcohólicas, aumentó de nuevo. Se dice que en la actualidad su consumo provoca un elevado número de fallecimientos. Un 25 por ciento de la mortalidad de rusos de entre 15 y 55 años, se debe al consumo de alcohol, especialmente de vodka, la bebida de la alegría pero también de la muerte.

Un nuevo Hermitage en Barcelona

La idea de realizar estos textos sobre la cultura rusa me vino a raíz de que mi amigo Jorge Wagensberg me iba pidiendo detalles, especialmente sobre música, de aquel país. Jorge se hallaba sumergido en su querido proyecto del nuevo Hermitage que se iba a construir en Barcelona.

La cultura de este gran país, su multiculturalidad y su desarrollo, comienza con los eslavos orientales, grupo étnico del que derivaron los rusos, ucranianos y los
bielorussos. La “rusificación” se produjo en el siglo XVI y las principales áreas de influencia fueron la política y la cultura.

El Hermitage es un museo que tiene de todo pero hay que destacar la enorme colección de pintura de todos los tiempos y estilos, no faltando lógicamente la aportación rusa. Pintura que también se encuentra en el conocido Museo Tetriakov de Moscú. La pintura rusa del siglo XIX, si la comparamos con los compositores de este período como pueden ser los Tchaikowski, Mussorsgky, Borodin, Rimsky-Korsakov, Prokófiev, Stravinski, etc., es la gran desconocida. También junto a los grandes escritores como Tolstoi, Dostoiewski, Gorky, Gogol, etc. Esta laguna, y otras más sobre una cultura tan compleja, fue lo que me hizo decidir realizar unos apuntes, lo más fieles posibles sobre la cultura general de Rusia. Debo decir que la historia de este país siempre me ha interesado, aunque también me ha atormentado, pero nunca me ha dejado indiferente. Mi trabajo es simple, esquemático y cronológico y soy consciente de que hay muchas lagunas. Pero he procurado destacar una buena parte de lo más destacable. Sacar a flote los grandes pintores del XIX me ha parecido muy necesario, ya que puede dar la impresión de que en Rusia no han habido buenos pintores.

Con la creación del Hermitage en Barcelona, por fin se podrá contemplar la obra pictórica de un siglo XIX excepcional. Pero será hondamente triste que nuestro Jorge no lo verá. Descansa en paz, amigo.

Jordi Cervelló

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Jorge Wagensberg con Jordi Cervelló, en el año 2000

Un ‘Concertino’ a la manera de Vivaldi

Un mes és el que ha tardat Jordi Cervelló en enllestir el Concertino Veneziano, una nova composició per a violí solista amb acompanyament d’orquestra de corda. L’obra està dedicada a Giuliano Carmignola. El violinista italià va venir a Barcelona fa uns mesos, per actuar al costat de l’OBC. Va ser en aquella visita quan va comentar-li a Cervelló que li faria il·lusió que aquest li escrivís un concert inspirat en la música d’Antonio Vivaldi.

L’obra s’estructura en tres parts, que porten com a indicació de tempo Allegro, Quasi Adagio i Presto. Precisament en l’últim moviment, just abans de la coda final, Cervelló hi inclou una cadença per al solista.

El compositor català destaca de Vivaldi “la invenció i la frescor” de la seva música. En aquest sentit, el nou Concertino inclou alguns dels patrons rítmics i els unisons típics de la música de l’autor venecià.

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Una tarda molt especial

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Va ser amb la companyia de l’amic Raimon Colomer -autor de les fotos – i del nou amic Jaume Cabré, una gran persona a més d’excel·lent escriptor. Vàrem arribar a la seva casa, situada en un lloc esplèndid. El Raimon feia de xofer. Era un viatge que feia temps voliem fer. Per tal de que ens coneguéssim i, sobretot. per fer un “trío de violins”. El Raimon anava ben provist de partitures amb temes i melodies de diferents estils. Vàrem tocar tots tres una bona estona. La simpàtica muller d’en Jaume ens va venir a saludar tota contenta. Molt maca. Érem a l’estudi silenciós d’en Jaume, un lloc on es veuen arbres.

En la majoria dels llibres de Jaume Cabré, hi han referències musicals. De vegades, fins i tot, hi dedica capítols sencers, on parla de violins amb un criteri admirable. Fa uns anys, es va sentir atrapat per un constructor italià de molt nom, però desconegut per a molts músics. Era Lorenzo Storioni, de Cremona. Un dels darrers grans mestres, que va morir a final del segle XVIII. Doncs bé, a la novel·la Jo confesso, el Jaume elabora tota la història al voltant d’un violí Storioni, que esdevé el gran protagonista. Em va emocionar. Ningú parla d’aquest gran lutier, només conegut per una minoria. El nostre escriptor és curiós de mena i, quan llegeixo els seus llibres, sempre espero la referència musical, encertada i precisa.

Felicitats, Jaume, i al bon amic Raimon!

Jordi Cervelló

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Marta Rodríguez Iborra

collage1 - Marta Rodriguez Iborra

De tant en tant la vida et dóna algunes sorpreses. Una de les últimes va ser el dia que la Marta Rodriguez Iborra, parella del violoncel·lista José Mor, es va presentar amb una carpeta on hi havien una serie de dibuixos. S’hi podia llegir el títol de la meva obra: Natura contra Natura. Va ser un regal inesperat i realment sentit, que em va recordar l’obra de la nostra Maria Girona.

La Marta havia ja escoltat una part de la meva composició, i entre la impressió de la música i el títol, va decidir fer aquests dibuixos que jo mai m’hauria imaginat. Segons paraules d’ella mateixa, va sentir l’impuls de fer-los “pensant en l’ésser humà, que sempre manipula tot el que és autèntic i salvatge, com per exemple la natura, o els nens”. Els dibuixos estan fets amb tinta xinesa, són simples, innocents, i tenen forces canviades, com plantes del revés. Per a mi tenen un doble valor. Un detall inesperat, i d’un gran qualitat.

Mercès, Marta!

Jordi

De tanto en tanto, la vida te da alguna sorpresa. Una de reciente tuvo lugar el día que Marta Rodríguez Iborra, pareja del violonchelista José Mor, se presentó en mi casa con una carpeta que contenía una serie de dibujos, en los que aparecia el título de una composición mía, Natura contra Natura. Fue un regalo inesperado y realmente sentido, que me recordó el mundo de nuestra Maria Girona.

Marta había escuchado parte de mi obra y, entre la impresión que sintió y el título, decidió realizar estos dibujos que yo nunca me hubiera imaginado. Según sus palabras, “sintió un impulso de hacerlos, pensando en que el ser humano “siempre manipula todo lo que es auténtico y salvaje, como por ejemplo la naturaleza o los niños”. Están hechos con tinta china, son simples, inocentes pero “fuerzas cambiadas, como por ejemplo plantas al revés”. Para mi tienen un doble valor. Un detalle inesperado y de una gran calidad.

¡Gracias, Marta!

Jordi

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