Serguei Diaghilev (1872-1929), empresario, director artístico y crítico de arte, fue un personaje único y un hombre clave en la evolución del ballet del siglo XX. Con sus Ballets Rusos, aglutinó los mejores bailarines y coreógrafos, pintores y compositores de su tiempo. Balanchine, Fokine, Massine, Nijinsky… Benois, Braque, Matisse, Picasso… Stravinsky, Ravel, Debussy, Falla, Satie. Diaghilev tenía la particularidad de agrupar talentos y estimular sus capacidades creativas. Un genio. Renovó por completo el mundo de la danza clásica y la convirtió en un espectáculo de gran poder artístico. Además, fue un “descubridor” de artistas jóvenes que luego fueron personajes de la más alta categoría. Su unión con el bailarín y coreógrafo ruso Michel Fokine fue providencial, ya que éste pudo poner en práctica su idea de una unidad total entre la danza, la música, el argumento, la escenografía y el vestuario.
Y fue con el bailarín ruso Vaslav Nijinsky con el que consiguió la estruendosa e impactante interpretación del estreno de La consagración de la primavera de Stravinsky, en París, el año 1913. Nijinsky, con una exótica e innovadora coreografía, empujó a los bailarines hacia una danza frenética, salvaje, desenfrenada en la que exaltaba el rito de la fecundidad de la tierra, con la sublimación del hombre con la naturaleza.

Diaghilev, retratado por Valentin Aleksandrovich Serov