El paisaje ruso

Con este escrito, Jordi Cervelló empieza una serie de artículos dedicados a Rusia, una Historia de la Cultura Rusa, a partir de su conocimiento y fascinación por aquellas tierras.

La carga de la caballeria roja - Malevitx

La Carga de la Caballería Roja, de Kazimir Malévich ((1928-1932)

El paisaje ruso ejerció una gran influencia sobre escritores, pintores, poetas y músicos. Su inmensidad y contrastes penetró en el alma rusa de manera rotunda. Los bosques, los lagos, la vegetación primaveral, el silencio de los inviernos, sus larguísimas distancias, con sus infinitas estepas. Todo ello cautivó a los artistas, les proporcionó una fuerza creativa impresionante. Por ejemplo, Maximo Gorky, en su cuento La estepa, dice: “Marchábamos siempre hacia adelante por la estepa desierta y silenciosa, bajo los rayos rojizoas del sol poniente. Poníase el sol ante nosotros, ocultando su roja cabellera entre ligeras nubes que tornaban los tintes de la púrpura (…) en la anchurosa estepa ascendía el azulado vapor remontándose a los cielos y estrechando los tristes horizontes que nos rodeaban”. Y en otro parágrafo relata: “La noche se cerraba en torno nuestro. Un silencio de muerte reinaba a lo ancho de la estepa. Cada uno de nosotros sentía la respiración de los demás…”.

Anton Chéjov describía también los paisajes en Fortuna (1887): “Un gran rebaño de
ovejas pasaba la noche junto al ancho camino de la estepa. Dos pastores las vigilaban, las ovejas dormían. Aquí y allá podían verse las siluetas de las que estaban despiertas contra el fondo gris del amanecer, que ya empezaba a cubrir la parte oriental del cielo. En el aire adormilado y quieto, se oía un monótono zumbido inevitable en las noches de verano en la estepa. Los grillos chirriaban sin cesar, las codornices cantaban y los ruiseñores jóvenes solbaban distraídamente a poca distancia del rebaño”.