Sergei Rachmaninov (1873-1943)

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Evidentemente no podía faltar en esta serie una figura como Sergei Rachmaninov, pianista legendario y gran compositor. Como tampoco olvidaré a Sergei Prokofiev, otro ruso de primer nivel con trayectoria parecida a la de Rachmaninov.

Rachmaninov abandonó Rusia el año 1917 para afincarse en Francia, Suiza y, a partir de 1933, definitivamente en los Estados Unidos. Si Busoni fue el primero de los grandes pianistas modernos, Sergei Rachmaninov y Joseph Hofmann se pueden considerar sus seguidores. La figura de Rachmaninov era imponente y producía hasta escalofríos verle actuar. El público norteamericano veía en él un ser distinto, muy particular. Alto, distinguido, delgado, de aspecto muy serio, cara atormentada, pelo rapado… Las actuaciones con sus conciertos para piano y orquesta eran seguidas por miles y miles de personas, eclipsadas por una magia inolvidable.

Rachmaninov aprendió el piano en manos de Nikolai Zverev, discipulo de Tchaikowsky, un maestro único con el que también estudiaron Scriabin y Alexander Siloti. Este último, precisamente, era primo hermano de Rachmaninov. Con Zverev, Rachmaninof adquirió una técnica altísima que luego fue determinante en sus
actuaciones.

En un principio, Rachmaninov no pensaba dedicarse plenamente a la vida concertística y en sus conciertos incluía sobre todo obra suya, que era recibida con mucho interés. Pero su grave situación económica lo llevó a cambiar su vida artística y a dedicarse de lleno a dar conciertos de piano. Esta sería, finalmente, su principal actividad. Consiguió una ràpida y ascendente reputación, equiparándose con los mejores pianistas de su época, como Godowsky y Hofmann. a quien dedicó su Tercer Concierto para piano y orquesta. Rachmaninov era una persona muy sensible, extremadamente sensible. Y su manera de enfocar las interpretaciones son objeto de una larga reflexión entre la escritura musical, como parte esencial y la emocional que era en definitiva su objetivo. Una amiga de Rachmaninov, llamada Marietta Shaginyan, explica en palabras suyas su obsesión por lo que él llamaba “el punto”. Se refería al punto culminante, como el momento más importante de la obra y que todo lo que precede a la llegada de dicho “punto” debe ejecutarse con una muy pensada gradación sonora. Este punto puede hallarse hacia el final o en medio. Puede ser fuerte o suave, pero el intérprete debe acercarse a él con cálculo certero.

La posición de Rachmaninov frente al piano era muy natural. Al ser alto y de brazos largos, el teclado era para él más asequible que para otros pianistas. Sus manos eran grandes y le permitían alcanzar una distancia de duodécima. Se sentaba como si estuviera frente a un escritorio y con la cabeza erguida o ligeramente inclinada. Su fuerza se hallaba concentrada en sus férreas manos que podían lograr unos fortissimos, capaces de responder a una orquesta entera. Pero su pulsación, en general, era muy flexible, etérea y de enorme calidad. Y su legato era facilmente reconocible. Era un pianista muy controlado, de alma romàntica pero exenta de sentimentalismos. Sus famosos conciertos para piano, en especial el nº 2 y el nº 3 lo llevaron a la gloria. Son dos obras maravillosas y algo distintas. El Segundo, estrenado 27 de octubre de 1901 en Moscú, con Siloti de director, y el Tercero, estrenado en Estados Unidos con la Filarmónica de Nueva York, dirigida por Walter Damrosch, el 28 de noviembre de 1909, con el mismo Rachmaninov de solista. El éxito de esta obra causó una sensación enorme. Era su debut en Nueva York, para seguir luego con una serie de apariciones como pianista y como director. Actuó con las orquestas de Chicago, Filadelfia y Boston, que le ofrecieron la dirección permanente de la gran orquesta, aunque Rachmaninov rehusó, ya que quería estar con sus amigos de Rusia. Marchó a Rusia, pero volvió a América en 1939, debido a la inminente Segunda Guerra Mundial. Su última temporada fue la 1942-43, cuando estaba a punto de cumplir 70 años. Murió en California, el 28 de marzo de 1943.

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De todo el material que podemos encontrar en el portal de YouTube, he elegido dos documentos que considero trascendentes. Los dos impactantes: la grabación de su Tercer Concierto para piano, que Rachmáninov interpretó dirigido por Eugene Ormandy, y un video conmovedor, donde vemos a Rachmaninov en varios ambientes. Su título es Rachmaninov Documentary The Harvest Of Sorrow. Dura una hora y cuarenta minutos y es un documento bello, muy humano y donde vemos a Rachmaninov en las más diversas situaciones. Especial, muy especial y entrañables son las escenas en familia, jugando con los niños, con el perro, a tenis, distendido, leyendo…, siempre con su porte elegante y muy atento a su entorno. Era, sin duda, además de un enorme compositor e intérprete una persona fascinante, inolvidable.