Antonio Vivaldi

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Antonio Vivaldi (1678-1741) fue un caso único. Su catálogo es amplio y abarca más de 40 operas, oratorios, misas, gran cantidad de sonatas, más de 500 conciertos, diversas combinaciones de composiciones de cuerdas con flauta, fagot y oboe, además de sus célebres conciertos con o sin solista. Cuatro son las colecciones más célebres e interpretadas: los 12 conciertos del Estro armonico, opus 3; los 12 de La Stravaganza, opus 4; los 12 del Cimento dell’Armonia opus 8; y también los 12 de La Cetra, opus 9.

Era hijo y discípulo de Giovanni Battista Vivaldi, violinista de la Capilla Ducal de San Marco. Fue posiblemente discípulo de Giovanni Legrenzi, quien fuera maestro de Capilla de San Marco. Antonio Vivaldi fue ordenado sacerdote en 1703. Desde ese año hasta 1740, fue maestro de violín y de composición y luego Maestro dei Concerti y de Coro.

LOS OSPEDALI
En Venecia eran muy conocidos los Ospedali, que eran instituciones de las que La Serenísima se sentía orgullosa. Habían cuatro: el Ospedale della Pietà, el Ospedale dei
Mendicanti, el Ospedaletto del S.S. Giovanni e Paolo y el Ospedali degli Incurabili. Fueron creados en la época de las cruzadas, como albergues para peregrinos y enfermos para convertirse más tarde en colegios para niñas. Las muchachas se dividían en dos grupos: las figlie di commun (muchachas corrientes) y las figlie di coro (muchachas del coro), que además eran instruídas especialmente para la música vocal e instrumental. Su nivel fue muy alto y muchas de ellas llegaron a ser verdaderas virtuosas con un nivel artístico medio que superaba el de los profesionales. Las estrellas de los Ospedali eran llamadas privileggiate di coro. Las “privilegiadas” más sobresalientes eran muy conocidas y se hablaba de ellas en la ciudad. La alta interpretación musical en Venecia era pues exclusiva de las mujeres, mejor dicho, de jovencitas de entre los 9 y los 18 años. Al llegar a esta edad, solían abandonar los Ospedali para emprender una nueva vida en el exterior, salvo algunas que se quedaban en la institución, ya fuera como monjas o como maestras. A principios del siglo XVIII, el Ospedale della Pietà era el más importante de los cuatro Ospedali. El Maestro de Coro era un compositor renombrado, Francesco Gasparini, quien propuso la contratación de Antonio Vivaldi como profesor de violín y Maestro dei Concerti. Muy pronto descubrió que aquella modesta plaza de profesor encerraba grandes ventajas. En ningún otro lugar hubiera podido disponer con plena libertad de acción de una orquesta tan completa y competente como la del Ospedale. El resultado fue todo el “corpus” de la música instrumental de Vivaldi, en especial las cuatro colecciones antes mencionadas. También escribió mucha música religiosa a partir de 1713, cuando Gasparini abandonó improvisamente La Pietà. Tres años más tarde Don Antonio compondría para el ospedale una obra maestra: el oratorio Juditha Triumphans.

Ospedale della pieta

LE QUATTRO STAGIONI
En 1723 se publica en Amsterdam el opus 8 de Vivaldi. De nuevo 12 conciertos reunidos bajo el título de Il cimento della armonia e del´invenzione, es decir, el combate entre la armonía (normas de composición) y la invención (libre imaginación). En las Quattro stagioni, cada concierto va precedido por un soneto explicativo que ilustra lo que la
música quiere representar. Esta obra representa uno de los primeros ejemplos de música de programa. La música es genial y Vivaldi se sirve de la orquesta de cuerda con un enfoque muy original: retratar situaciones como un colorista que observa la naturaleza. Equilibrando los postulados de la música descriptiva con las exigencias de la forma. Y más que traducir musicalmente las voces exteriores, ofrece su íntima emoción ante el ciclo anual. Por ejemplo, el Largo de La Primavera distribuye los cuatro pentagramas con dos elementos absolutamente chocantes. La bella y larga melodía del cabrero que duerme, apoyada por un sutilísimo murmullo de la naturaleza circunstante, es alterada por un insistente ladrido del perro con la indicación de “si deve suonare sempre molto forte e strappato”.

En el Allegro molto que abre L’estate, encuentra una fórmula perfecta. El violín solista, con el único acompañamiento del bajo, imita el canto del cuco con un alarde de virtuosismo.

Tras la exuberante vitalidad del primer movimiento del Autunno, en el Adagio que sigue el “tempo” parece casi inexsistente. Notas largas con sordina crean un ambiente de paz absoluta: los campesinos duermen tras la alegre fiesta de la vendimia.

L’inverno comienza con un Allegro non molto de una sutilidad extrema. Corcheas repetitivas en spiccato y en pp ofrecen una perfecta sensación de frío intenso, temblor, castañeo de dientes interrumpido por rapidísimas fusas del violin solista. Sin embargo el goteo persiste. El viento helado causa temor pero el ritmo sigue impertérrito. Luego, en el segundo movimiento las gotas de lluvia cantan una apacible canción. ¡Magistral!

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